Viento en la cara
El viento que me pega en la cara me recuerda que está fresco, pero no importa porque por ahora no tengo frío. Algunas nubes interrumpen un poco el cielo celeste hacia un lado, que se extiende tan lejos como la vista puede ver. Para el otro, el cielo no se ve, pero las nubes parecen estar lo suficentemente lejos como para preocuparse. Por debajo, un colchón de nubes esconde la mitad inferior de las montañas, el lago y la parte de la ciudad que se alcanzaría a ver si las mismas no estuviesen. El único sonido que se escucha es el que hace el viento al pasar por la cara y algún que otro comentario de la gente que está allá arriba. No hay mucha gente porque llegar no es para cualquiera, solo llegan quienes saben o quienes ponen la búsqueda de un desafío por sobre sus habilidades. Me encuentro en el segundo grupo, pero no importa de alguna forma iba a conseguir bajar. La gente llega, toma un poquito de aire y empieza su descenso, pareciera que no reparan en lo que tienen adelante. Se me vie