Obturar la realidad

El sonido del motor del colectivo que está al lado mío se anula por uno o quizás dos segundos, una sombra se mueve a gran velocidad y pasa por encima mío. El motor del colectivo comienza a ser audible nuevamente. Un avión mas que se va con mas de 100 personas adentro y que en unas 2hs, quizás menos, quizás mas, estará llegando a destino.
El semáforo se pone verde y sigo mi camino, me alejo de ese colectivo y casi en simultáneo alcanzo a otro. La Avenida Costanera está bastante transitada, la tarde soleada de domingo invitó a todos a salir a los lugares abiertos que tiene la ciudad. La gente paseando se mezcla con gente que viaja. Luego de pasar a un taxi que iba a dejar pasajeros en la terminal, puedo divisar un lugar en el que entraba mi auto. Un par de intentos después ya estaba cerrando la puerta y cruzando, aunque mal, la avenida de 6 carriles.
El silbido fino de los motores de otra aeronave que llega ocupa el aire unos segundos, giro mi cabeza y en el mismo instante, con una suave nube de humo, la aeronave toma contacto con el suelo. Sigo mi camino, esta vez a pie. A mi izquierda juguetes de aviones, un poco mas adelante una pareja toma mate en unas sillas de aluminio plegable, otros patean una pelota. La gente se divierte. A mi derecha se abre la entrada al estacionamiento del aeropuerto, paso por el costado de la barrera y camino en dirección a la reja perimetral del aeropuerto.
Como si alguien girara una perilla de volumen hacia la izquierda el sonido de los motores de otro avión que va a despegar invade el aire, un cilindro celeste y blanco es cortado por las barras azules de la reja mientras avanza por la pista, poco después la supera en altura y vira hacia la izquierda. Otras ciento y pico de personas que se van. Llego a la reja y camino al lado de la misma unos metros hasta encontrar un lugar. El espacio que queda para poner los pies es poco, y para pasar la cabeza aún peor, sin embargo, tras hacer un poco de malabares me acomodo, por un lado paso mis brazos y por otro mi cabeza.
A la izquierda se ve una cola que se mueve y viene hacia este lado. Acerco mi ojo al visor, hago unos ajustes... Crack! El visor se pone negro una fracción de segundo y vuelve a mostrarme la imagen del avión viniendo hacia mi. Un poco de acercamiento sobre las ventanas de la cabina, un poco de inclinación... Crack! El visor se pone negro una fracción de segundo y vuelve a mostrarme la imagen del avión viniendo hacia mi, otra vez. La aeronave se acerca cada vez mas hacia mi. La tripulación nota los brazos que salen de la reja sosteniendo una cámara y devuelve una sonrisa acompañada de un movimiento de mano hacia los lados. Crack! El visor se pone negro...


Las manos abiertas de la tripulación y sus sonrisas quedan ordenadas en una serie de unos y ceros que solo tiene lógica para quien lo lee, la cámara y la PC, que nos lo muestra en forma de foto. Quien luego vea esa foto le dará un significado menos frío, mas humano. Y es que una foto es un momento congelado que muestra lo que quien aprieta el gatillo quiere. Esa persona es quien decide qué mostrar, recortar el momento a conveniencia e inducir a quien ve la foto a darle el significado que él quiso darle. Mas que congelar un momento es recortar la realidad. Se pone fresco y la reja no ofrece la estabilidad necesaria para tomar fotos que no salgan movidas. Me pongo un buzo y guardo todo.
Otro colectivo pasa por adelante mío antes de subirme al auto, pero no lo escucho, otras ciento y pico de personas acaban de dejar la tierra por unas 2 horas.




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