Parar la pelota

Y pensar.

Para quienes frecuenten el blog, se habrán dado cuenta que no ha habido mucha actividad en lo que va del año, tan solo unos 4 post. Y esto se debe a que no estuve teniendo mucha actividad en lo que respecta al vuelo.
Cuando empecé en 2012 tenía un plan. En simultáneo, además de volar, iba a estudiar ingeniería aeronáutica (Algo que hoy en día sigo haciendo), con la idea de terminar ambas cosas en simultáneo. Es decir que para el momento en que recibiera la licencia de piloto comercial, iba a tener el título de ingeniero. Las cuentas daban que, volando entre 40 y 50 horas por año ambas cosas sucederían a la vez. Pero, las cosas no siempre sale como uno las planea. Una recursada por acá, y una mala planificación por allá hicieron que me retrase, algo que estaba contemplado aunque siempre se apunte a terminar en tiempo y forma.
Adelantando al final de 2018, me encuentro finalizando el año con tan solo 1.3hs voladas allá por finales de Enero. A qué se debe este parate? Al momento de encarar el año ya pintaba que iba a estar pesado en lo que respecta a la facultad, fue un momento de quiebre. Por un lado tenía al vuelo, esa actividad que tanto me gusta por la cual puedo levantarme temprano un fin de semana sin que me pese. Por otro tenía a la facultad, una carrera que si bien me gusta, no se compara con subirse al avión, despegar y ver lo que parecen infinitos kilómetros de campos y cielo. Pero el hecho de que me empezara a mostrar la recta final de eso que arrancó en 2012 hizo que las cosas cambien. Comencé a hacer números... Rindiendo 2 finales podría cursar 5 de las 6 materias que me faltaban para terminar de cursar, a esas 5 materias se le sumarían otras 2 (De las cuales una sola era cuatrismetral). Siete materias me esperaban, Lunes a Sábados ocupados, sumado a que durante el año debía rendir mas finales si quería cumplir con mis planes. El primer paso era aprobar los finales de Febrero, si erraba en esos 2 todo se vería desmoronado desde el principio. Aprobé. Y así arrancó el año.
Año que me esperaba con los sabados ocupados desde las 8:00 hasta las 15:30 con la facultad, si a eso le sumamos el (Corto) viaje desde la facultad hasta la Base de Morón, podría estar despegando, con suerte, a las 17 (Media hora hasta llegar y presentar el plan de vuelo, 45 minutos hasta que lo aprueben y 15 minutos de rodaje a la activa) por lo que me dejaba, en el mejor de los casos con unas 2 horas de vuelo netas. Tiempo en el que solamente se puede salir a dar una vuelta corta y apurado. No tenía ganas. Por qué no los Domingos? Simple, es el único día en el que podía dormir hasta un poco mas tarde, quedarme en casa tranquilo o estudiar unas horas extra, no tenía ganas de sumar un día mas a una rutina que perfilaba cansadora (A esto sumemos que tengo que ir a trabajar). Iba a aprovechar para reunir todas las RAV para foliar, cosa que tampoco terminó sucediendo, pero eso es para otro momento. En definitiva, me preparé mentalmente para no volar y poner las miras a un solo objetivo: Terminar la facultad. Al momento de escribir esto, en lo que va de este año rendí y aprobé 5 finales y promocioné 4 materias, restan 2 que tengo que definir la promoción y la materia restante no es promocionable (Con esa materia me tengo que recibir, de hecho).
Pero... Detrás de toda decisión hay un motor. La motivación de ver que la facultad se termina fue una grande, pero no fue sólo eso. Es algo que va un poco mas profundo quizás, y que está mas relacionado con el título y la bajada de este post. Parar la pelota y pensar. Qué pelota parar? Qué pensar?
La pelota se llama futuro. Pensarlo es justamente lo que quiero. Pero para entender un poco el futuro hay que mirar para atrás, por mas quemado que suene. Parándome en 2012 la respuesta a ¿Qué queres hacer cuando termines la facultad? Era simple. Sin dudar respondía Ser piloto. Hoy, 2018, no. Al menos no con esa convicción como si no importara nada mas. A medida que transité ambos caminos en simultáneo comencé a ver otras cosas, a pararme desde otro lado  un poco mas crítico del mundo aeronáutico. Esto último llevó a hacerme otras preguntas... ¿Quiero en verdad dedicarme a volar? ¿Me gusta esto que estoy estudiando? ¿Pueden convivir ambas? ¿Cual es la mejor manera de que eso suceda?, y así podría llenar varios renglones. Las respuesta apuntaban hacia un lugar y llegué a una conclusión: quiero volar. Bueno, parece bastante simple ¿Quién no quiere volar? La realidad es que, dificil como es, la ingeniería es linda, es entretenida y es algo que sin duda me gustaría desarrollar y que sin dudas puede convivir con salir a volar. Hay ingenieros que tienen aviones y pilotos de línea que son ingenieros, un claro ejemplo que pueden convivir ambas cosas. Respecto a lo de dedicarme a volar... Es distinto. Distinto en el sentido de que dedicarse a volar y querer volar implican cosas diferentes. Uno es recibir una remuneración por ello y la otra es agarrar un avión y hacer alguna travesía o paseo, al menos así lo veo yo. Y si lo que a mi me gusta es volar... ¿Qué importa el medio? ¿No es, acaso mejor, tener la libertad de elegir a dónde y cuándo ir? Y así como lo pensé, comenzó a crecer un poco mas. Eso no significa que dedicarme a volar esté tachado de la lista, pero sin duda ha comenzado a ocupar un lugar un poco mas secundario. Quizás dedicarme a volar pero no en una línea aérea, quizás hacer el esfuerzo para tener mi propio avión o comprarlo en sociedad con alguien... Las posibilidades son varias.
Sin embargo, primero quiero terminar la facultad, luego hacer el curso de comercial y con esas cosas en el bolsillo tomar la decisión. 2019 recién arranca y los planes son varios. Pero para llegar a este punto primero hubo que parar la pelota, y pensar.

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